Se ordena a través de la autoridad:
La vida es riesgosa y asquerosa, por eso, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en armonía con el resto de los gobiernos del mundo civilizado, decreta:
“Un policía en cada esquina controlará la seguridad de todos los vecinos temerosos para reducir las dosis de adrenalina al mínimo. Asimismo, se expedirán contratos de ‘seguro’ financiados para que ningún vecino deba sufrir por la inseguridad de los límites de la previsión de sus actos. El sistema de previsión y seguridad será milimétricamente ajustado, para que todo efecto sea previsible y evitable. Se inculcarán de memoria los resultados obtenidos, en cada establecimiento educativo. Respecto a la suciedad y desperdicios, nuevas políticas sanitarias arrasarán hasta el último papelito en la vereda. Se redoblarán los controles de higiene en todo instituto y establecimiento, así como se reforzarán con máximo rigor las anteriores políticas para mantener una ciudad aséptica. Se prevé financiar estos cambios con las multas suculentas que se cobrarán a los vecinos, hasta que repitan como autómatas las nuevas lecciones.”